Traducción audiovisual (TAV)
La traducción audiovisual o
multimedia (TAV) es la traducción que transmite la información de manera
dinámico-temporal a través de soportes visuales, auditivos o acústicos, o todos
a la vez. En otras palabras, los productos audiovisuales son aquellos que se
sirven de señales auditivas (diálogo, narración, música, efectos) y de señales
visuales (imágenes, texto narrativo, subtítulos) para transmitir un mensaje.
Dentro de la traducción audiovisual se encuentran distintos tipos de traducción,
como doblaje, subtitulado, voice-over, narración, traducción simultánea
o half-dubbing, para diferentes géneros audiovisuales: ficción,
documentales, publicidad, etc.
Esta rama de la traducción no es
igual a la traducción convencional, ya que existen múltiples diferencias entre
ambas. Una de ellas es el origen. La traducción de textos surgió hace miles de
años, más específicamente en las traducciones de pasajes bíblicos. En tanto, la
traducción audiovisual surgió en el siglo XX, poco después de la invención del
cine. Otra diferencia es el proceso que debe realizar el traductor en cada una.
La traducción convencional consiste en el pasaje de contenido de un texto
escrito en el idioma original al idioma meta. Por su parte, la traducción
audiovisual no solo implica transformar el texto de un idioma a otro, sino que
también implica adaptar texto traducido a una obra audiovisual.
Además, las competencias traductoras
empleadas en cada traducción son distintas. El traductor convencional debe
aplicar su comprensión lectora en el idioma original y la expresión escrita en
la lengua meta. Por su parte, el traductor audiovisual debe desarrollar todas
las destrezas lingüísticas, ya que debe comprender el guion, la banda sonora o
el audio plasmados en la lengua original para producir ese material de manera
oral o escrita. Por ejemplo, en el caso del doblaje y el subtitulado,
respectivamente.
Un término muy influyente en el
ámbito de la traducción audiovisual es la traducción subordinada (también
denominada «traducción restringida»), que está condicionada por factores ajenos
al contenido lingüístico del texto. A diferencia de los textos convencionales,
donde la labor del traductor depende de los factores intrínsecos, los textos
con característica audiovisual están sometidos o subordinados a ciertas
restricciones ajenas a su contenido lingüístico y cultural. Uno de estos
factores puede ser la limitación del tiempo y la imagen.
La traducción subordinada se aplica a la traducción audiovisual. Por ello, cualquier traductor que trabaje en el medio audiovisual debe tener claro qué es la traducción subordinada. Sin embargo, este no es el ámbito exclusivo. En el caso de los cómics o carteles publicitarios, el mensaje pertenece a la dimensión visual, que restringe la traducción. Las letras de canciones, por el contrario, se ajustan a los ritmos musicales y su traducción se rige por las pautas auditivas. La TAV, entonces, no es más que una de las posibles manifestaciones de la traducción subordinada, cuyo espectro resulta bastante más amplio y abarca otros tipos de traducción, como aquellas que poseen otros códigos (auditivo, visual). La subtitulación es un ejemplo paradigmático del texto objeto de traducción ante elementos externos, fundamentalmente aquellas magnitudes relacionadas a la física: el espacio y el tiempo.
La subtitulación es la práctica
lingüística que consiste en ofrecer un texto escrito con los diálogos de los
actores y otros elementos discursivos que forman parte de la fotografía
(cartas, leyendas, pancartas) o de la pista sonora (canciones, voces en off).
Los subtítulos son aquellas líneas de texto que aparecen en el borde inferior
de la pantalla.
Tanto en la subtitulación como en el
doblaje, existen varias limitaciones, que son influencias de la propia lengua en
el proceso del traductor: la imagen, el sonido y el tiempo. Por ejemplo, un
traductor no puede permitir que lo que se diga en pantalla sea contrario a las
acciones de los personajes, ni puede hacerlo a destiempo. En el caso de la
subtitulación, también se añade una nueva limitación: el espacio. El mensaje
debe caber en la pantalla y debe hacerlo de modo que no contamine la imagen,
que es la protagonista legítima. Las limitaciones pueden variar de acuerdo con
el cliente o empresa para la cual se realice la subtitulación. Sin embargo, por
lo general, no deben ser más de dos líneas y no debe tener más de 35 caracteres
cada una.
La subtitulación es objeto de
escrutinio constante, ya que es una de las pocas modalidades cuya calidad se
somete al juicio del espectador. Esto da lugar a lo que se conoce como gossiping
effect. Gracias al hecho de que el espectador dispone del texto original
mediante el canal auditivo, este analiza la traducción en busca de errores. El
problema es que, para realizar una crítica adecuada, no basta con tener
conocimientos del idioma original. Se debe tener conocimiento suficiente del
idioma de partida y de la técnica de subtitulación.
Para que esto no suceda, o suceda menos,
el traductor puede utilizar estrategias. Una de ellas es transferir a los
subtítulos, en la medida de los posible, los términos del original que tienen
relación fonética en ambas lenguas y que el espectador puede reconocer
fácilmente en el diálogo original. A veces, cuando el espectador no encuentra
la misma palabra que reconoce en el idioma de partida dentro de los subtítulos,
este puede suponer que el traductor olvidó traducir determinados elementos del
texto. Desconoce, claro está, que no todas las palabras que «suenan» igual en
un idioma y en otro deben tener el mismo espectro semántico y tampoco sabe que
una traducción literal abarcaría entre cuatro y cinco líneas, lo que
triplicaría el tiempo de lectura.
Existen distintos tipos de
subtítulos, con sus respectivas subdivisiones: los lingüísticos, los técnicos y
aquellos que se clasifican por tiempo disponible de preparación.
Lingüísticos
La mayoría de los autores que se
dedicaron a clasificar los tipos de subtítulos los dividen por el criterio de
la lengua. Están, por ejemplo, los intralingüísticos, que son subtítulos
que trasladan una lengua en el medio oral al escrito dentro del mismo idioma.
Pueden ser para personas sordas o con discapacidad auditiva, para aprendizaje
de lenguas, para karaoke, para dialectos del mismo idioma o anuncios y noticias.
Los interlingüísticos, por su parte, son subtítulos que no solo
trasladan el mensaje del medio oral al escrito, sino que lo hacen entre idiomas
diferentes. Este es el tipo más conocido. Existen dos subtipos principales:
para oyentes y para personas sordas o con discapacidad auditiva. También están
los bilingües, que reproducen simultáneamente dos idiomas en la
pantalla. Por lo general, se dan en aquellos países que tienen dos o más
lenguas oficiales.
Por tiempo disponible de preparación
Los subtítulos con preparación
previa u offline son aquellos que se realizan antes de su
emisión. El traductor tiene tiempo para elaborar su trabajo antes. Existen dos
tipos: los reducidos y los no reducidos. Por otro lado, los subtítulos en
directo o en tiempo real u online se realizan en simultáneo con la
emisión, ya sea porque se trata de un programa en directo o porque no se
facilitó una copia del video al traductor y debe trabajar sobre la marcha. Es
un tipo de subtitulación más propia de la categoría intralingüística, pero
también se realiza entre dos lenguas mediante traducción humana o traducción
automática.
Técnicos
Pueden ser abiertos o cerrados. Los abiertos
están incrustados o proyectados en la imagen y no pueden eliminarse. El
espectador no puede escoger si ve el programa con o sin subtítulos, como ocurre
en el cine. En el caso de los cerrados, el espectador puede escoger si
desea ver los subtítulos o no, e incluso puede seleccionar la lengua en la que
desea verlos. Esto ocurre en los subtítulos para internet o plataformas de streaming.
Bibliografía
Mayoral, R. (2001). El espectador y
la traducción audiovisual. Universidad de Granada. [versión electrónica]
Ruiz, A. (febrero, 2017). Técnicas
para la traducción audiovisual subtitulación. Escolar y mayo.
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